martes, 17 de diciembre de 2013

Independencia

Hoy quiero hacer una crítica. Una crítica, aunque sea muy leve, al sector femenino. Y digo leve porque, más que una crítica podría ser una sugerencia, un apunte, una recomendación o como lo queráis considerar.
Quién me conoce mínimamente, sabe que soy una férrea defensora de las mías, y pienso seguir siéndolo hasta que algún día, espero, no sea necesario defender a las mujeres como colectivo, sino en todo caso, a las personas en general.
Y esta crítica la hago, no porque me considere estandarte o ejemplo de absolutamente nadie, sino porque la vida me está enseñando que casi todo el mundo pasa por las mismas o similares circunstancias en algún momento de la vida, y si podemos ayudarnos...¿por qué no hacerlo?

Hoy quiero pegar un "tirón de orejas" a aquellas féminas que, a mi entender, se están equivocando de pleno en adoptar una postura que no las lleva sino a ser personas débiles y dependientes, o lo que es peor, las hace pensar que lo son.
Estoy hablando de ese prototipo de mujer que tiende a ver al hombre como el ser encargado de resolver y suplir todos sus problemas y necesidades.

Si bien es cierto que, cada vez es menor el porcentaje de mujeres que ven la vida con esta perspectiva, sí quedan muchas aún que piensan y sienten de esta manera. Bien porque sean de generaciones anteriores, bien por ser hijas de las anteriores, que así las han educado.

Quiero dejar claro que con esto no quiero quitarle importancia a la figura del hombre. No quiero parecer feminista pues no lo soy, pero si veo necesaria hacer esta reflexión, y considero muy importante que las mujeres aprendamos a afrontar esas circunstancias "tensas" que preferimos, por defecto, "delegar" en el hombre (ya sean nuestros padres, maridos, novios, hermanos o amigos), y que de manera inconsciente hace que les sumemos un valor añadido que realmente no tienen. O que si tienen, pero que nosotras también podemos tenerlo si quisiéramos.
Esas situaciones tales como, ser el que conduce el coche cuando hacemos un viaje de muchas horas por carreteras que no conocemos, y preferir ir como copiloto, para dar  la botellita de agua o las gafas de sol al conductor cuando éste lo necesite...
Este es un ejemplo muy simple y muy tonto pero, la que quiera ser realista sabe que también es muy común.
Sería bastante positivo para nosotras que dejemos de "achicarnos" ante estas cuestiones. Sabemos conducir y sabemos preguntar si nos perdemos. Podemos colgar cuadros y montar muebles de Ikea. Y lo más importante: podemos estar SOLAS, o mejor dicho, podemos ser independientes, porque a menudo solemos confundir independencia con soledad, y señoras, no es lo mismo. No hay porqué salir de una relación y meterse en otra. A veces es magnífico permanecer un tiempo "single", como se dice ahora, que suena menos penoso que soltera ¿verdad? Tss...otra mongolería del siglo XXI.

La vida son etapas, y cada etapa tiene su parte positiva, e igual que en ellos criticamos que les falten cojones para dejar a una antes de liarse con la siguiente, mirémonos a nosotras que también pecamos mucho de asegurarnos al siguiente antes de dejar al anterior, y no se qué tipo de cobardía me da más coraje.
Que no se está solo por no tener pareja. Que está la familia, los amigos, los "amigos" para el/la que los quiera tener, el trabajo, el deporte, la música, las mascotas, y un largo etcétera de cosas que llenan nuestra vida y la enriquecen. Y que la pareja no se busca, sino se encuentra, y en cualquier caso, no puede suponer la totalidad de tu vida, porque desgraciadamente el amor para toda la vida es complicado de encontrar. Por lo que mi honesto y humilde consejo, que ya no es crítica, es que tratéis de ser independientes, pues cuando nos llegue la persona que sea para nosotros...no tendremos NADA (y a la vez TODO) qué hacer.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Vida emocional

No se si os lo habéis planteado alguna vez pero, ¿creéis que prestamos suficiente atención a nuestro estado emocional? ¿Escuchamos alguna vez a nuestro alma?

Pasamos mucho tiempo cuidando nuestro cuerpo, nuestro estado físico. Nos esforzamos por tener buena salud. Cultivamos y enriquecemos nuestra cultura...(bueno, esto el que lo haga, yo desde luego sí) Pero, ¿quién se toma unos minutos para ver cómo se encuentra anímicamente?

Dicen que los recuerdos traumáticos de un niño en edad temprana van a determinar y marcar su posterior comportamiento, creándole miedos y fobias. Pero no sabemos qué consecuencias nos puede traer una vivencia traumática ya en edad adulta. Y ahí no está nuestra memoria, como mecanismo protector para bloquear esos recuerdos. Ahí nos quedamos solos con nosotros mismos y nuestro dolor.
Nos quedamos emocionalmente bloqueados. Desarraigados. Dejamos de ser accesibles a cualquier elemento externo. Dejamos de creer en la amistad, en el amor... Perdemos el brillo en la mirada, ya no nos dejamos arañar tan fácilmente y en el mejor de los casos, nos defendemos con una graaan sonrisa.
Ocupamos nuestro tiempo en mantenernos así, "ocupados". Trabajar. Hacer deporte. Leer. La música (uhm...la música...), eso si te llena de vida ¿verdad? Una buena canción puede hacerte creer que estás enamorado, sin estarlo. Que estás triste, sin estarlo. Que estás vivo.....sin estarlo.

No nos oímos, no nos cuidamos. Llenamos de ruido nuestra vida para que suene mejor, sin darnos apenas cuenta de que lo que realmente necesitamos es silencio. Frenar. Parar la máquina.
Deja de engañarte pensando que vivir es no tener un minuto libre al día. Vivir es saborear cada minuto que pasa. Vivir es componer tu propia canción. Ya irán llegando acordes, no tengas prisa.
Trata de volver a conectar con aquello que antes tenía sentido: la mirada de tu madre, una peleilla con tu hermano, un paseo con tu perro. No se...el alma también necesita sus cuidados, y para eso nosotros somos nuestro mejor médico.
No dejes que un desengaño o una traición te mate por dentro. Vive, y vive de verdad.

jueves, 7 de noviembre de 2013

¿Estás ahí? ¿Aquí?

A veces es mejor desaparecer. Quitarse del medio, en ocasiones, es estrictamente necesario si quieres salvar el resto de tu vida. Cuando sientes que no hay salida en esa dirección lo mejor es cambiar el sentido. Cambiar el roll, salirte de ti. Probablemente sea duro pues, si ya es difícil ser tu, que te conoces al menos minimamente, imagina convertirte en otra persona. Y es que  la crudeza de las situaciones te pueden llevar a desnaturalizarte, y eso también es dejar de ser tu, pero de una manera más dolorosa claro, más drástica, menos voluntaria.

Cuando pequeñitos teníamos marcados los pasos a seguir, y si en algún momento te perdías, había siempre un montón de peña dispuesta a darte pistas. Y tu, necio de ti, te sentías cual afortunado ganador de un rasca y gana, y seguías a pies juntillas esos "consejos" inofensivos.

Te vas rebeldizando, y de repente, a toda esa gente empiezas a verla como enemigos, gente que habla otro idioma, que vive en otro planeta. Los ignoras, y si puedes, haces todo lo contrario a sus recomendaciones.

Y luego, si tienes mala suerte, maduras. Y digo si tienes mala suerte porque, una vez que maduras, ¡amigo estás jodido! Sabes distinguir lo que debes,de lo que no debes hacer. Sabes lo que quieres y lo que no te conviene. Y no te sirven de nada las pistas, pues ya te las sabes. Siempre llevan al mismo sitio. Puedes probar a hacer lo que quieres, pero corres el riesgo de ir en contra de los intereses de tus queridísimos patrocinadores. Esos que siempre  han mirado "por ti". No seas desagradecido joder, que no cuesta tanto, tan solo tu vida y eso no es mucho.

Puedes también optar por seguir el camino difícil. Uno muy abrupto y lleno de obstáculos, o al menos eso cuentan aquellos valientes que tuvieron el valor de emprenderlo. Se trata, básicamente, de hacer aquéllo que te haga vibrar. Aviso: no apto para corazones débiles y cagados en general. No vale pedir pistas. Puntuará doble ser autodidacta y autocrítico. Prohibido copiar al de al lado. Y por último, y lo más importante, cuando llegues al final del camino, no trates de ponerle normas al juego. Cada partida es distinta. Cada jugador cuenta con sus propias cartas y cuando sabes usarlas, vuelves en ti. Te naturalizas de nuevo, te enriqueces. Es como nacer otra vez, como una reencarnación de ti mismo, pero en una versión 2.0.

lunes, 21 de octubre de 2013

Escalones

Qué altivos podemos llegar a ser a veces. Nos caemos en según que pozos y pensamos... ¡Hostia puta, por qué me habrá tenido que pasar a mi ésto! Y nos engañamos, creyéndonos los más desgraciaitos del mundo, y nos autoinculpamos, y le damos las vueltas que haga falta a la tortilla, que ya eso no es tortilla ni es ná. Nos regocijamos ahí en nuestro dolor, nos compadecemos de nosotros mismos, que por cierto, no hay cosa más triste que esa, y no nos damos cuenta de que de especiales nada, de que no estamos abriendo sendero ninguno por descubrir, de que nuestros pasos ya los dieron otros antes y que basicamente nos toca seguir el rastro de miguitas... Y luego caes en la cuenta y dices: qué imbécil soy, que me creía yo el más desgraciaito del mundo, y sólo soy uno más de tantos. Y entoncés pruebas a confiar en lo que esos otros tantos te dicen y te aconsejan, y de repente sales de tu dolor, y te desprendes del papel de protagonismo absurdo en el que estabas y te empiezas a preocupar por los demás, y entonces te miras a los ojos, pero no a los de la cara, sino a los del alma, a esos que te están ahora juzgando de mala manera, los cabritos, y te dices: vaya tela lo que es la vida, que ésto resulta que es un escalón más, y yo aquí sin enterarme de que todo dios ha pasado por lo mismo y yo en mi pompa. Y de repente y para siempre, otra dimensión de la vida se te hace perceptible, y ya el mundo se te hace menos grande y más conquistable. Y te serenas. Y todo cambia.

jueves, 17 de octubre de 2013

Cumpleaños

Se aproxima mi cumpleaños. Mi 25 cumpleaños para ser más exactos. Normalmente, cuando se acerca esta fecha, la de soplar velas, recibir felicitaciones y todo el rollo, me da por echar cuentas, por sacar conclusiones. Te pones a pensar en lo bueno y lo malo del año que dejas atrás: metas superadas, metas no superadas, encasquetadas como balas de un torpe revólver.

Supongo que todos hacen lo mismo, esta especie de “examen de conciencia”, por decirlo de alguna forma, aunque, no creo que esté tan mal elegida esa palabra: Conciencia. Creo que ahí está la clave de una cuestión muy importante porque, ¿no tenéis la sensación de que nos estamos dedicando simplemente a existir? A ocupar nuestro tiempo sin más, sin llegar a tener conciencia de lo que realmente estamos viviendo, sin saborear lo que nos pasa. Vamos como locos por la vida, o mejor dicho, por nuestra insípida existencia, y optamos por esa “forma de vida” en la que prima el bloqueo emocional. Un bloqueo que perfectamente podría llevar por eslogan aquello de: “ni siento ni padezco”. Y así nos quedamos, tan panchos, dejando que se nos escurra entre los dedos la esencia de las cosas, siendo unos cagados emocionales.
Es comprensible que las experiencias vitales puedan dar miedo, y cuando el lomo te duele de tantos palos, optes por ese bloqueo: duermo, como, hablo, bailo pero…no lo saboreo, ni lo vivo. No lo siento.  Pero eso no es vida ¡hombre! La vida tiene que saber, aunque a veces sepa a rayos, aunque otras tantas sea agria pero, otras… otras es la hostia, lo más exquisito que puedas probar, y son estas últimas por las que merece la pena exponerse, desbloquearse y ser persona, y no un títere sin emociones.


Así que, en este cuarto de siglo en el que estoy a punto de entrar, mi principal meta será VIVIR. Vivir sintiendo, vivir disfrutando, sufriendo o sudando mi vida. Pero vivirla tal y como quiera, porque mañana serán 25 pero, para cuando nos hayamos dado cuenta serán…no se…muchos, y quiero tener mucho que contar, pero contarlo con el corazón en la boca y con los ojos vivos.  Quiero contar que no fui un borrego más. Contar que tuve una vida, y que yo sí la llevé a cabo.

martes, 1 de octubre de 2013

Instinto

En algún sitio escuchó, o quizá leyó, no lo recuerda bien, que puedes recibir todo el entrenamiento del mundo, pero que el valor no se enseña, que hay que dejarse llevar por el instinto. Y su instinto le decía, o más bien le gritaba, que tenía que conocerlo, se lo ordenaba casi, se lo imploraba. Lo cierto es que ella creía conocerlo ya, al menos a una parte esencial de él. Esa parte que quedaba impregnada en sus palabras, las mismas, que a modo de bálsamo curador, le estaban sujetando el alma con alfileres en estos momentos de su vida.

Fue en un día como cualquier otro. Ella andaba buscando por la red algo medianamente interesante, algo que la distrajera momentaneamente, hasta que el sueño diera alguna señal de vida y sus ojos se desplomaran abatidos. De repente, encontró un texto que hablaba sobre una experiencia que le parecía vivida en sus propias carnes si cabe. Alguien se encontraba relatando historias sobre un viaje mágico, un viaje lleno de amigos nuevos, de ciudades nuevas, de nuevos idiomas... Ella sabía de lo que hablaban, ella había estado allí, y no hacía mucho por cierto, ella había probado de ese néctar de libertad y cosmopolismo...

Rapidamente necesitó saber más sobre esa persona que parecía haberle leido la mente y el alma cuando estuvo escribiendo ese texto.
Desde entonces, no ha parado de conocerlo, de leerlo más bien, pues era su unica forma de conocerlo.
Ella lo intuía, lo percibía. Y lo percibía como un ser tímido e íntegro, con una pizca de chulería que resultaba tremendamente sexi. Fiel a amistades y familia, también a sus parejas, aunque desconocía si la tenía. Inteligente y listo a la par, que no es lo mismo. Nada egoísta, pero sí orgulloso, aunque esto último no sabe en qué medida. Sonaba a alguien cariñoso y hasta se atrevería a decir que muy madrero, aunque independiente. Necesita su espacio y su tiempo. Profundo y sensible, aunque esta faceta se la guardara para él y se liberará de ella a través de sus escritos.  Y finalmente, lo que más le gusta, su estilo. Un estilo propio, que irradia personalidad y originalidad en cantidades industriales. Así es este misterioso personaje que se ha colado en su vida por la puerta de atrás. Y mientras más lo lee, más ansía poder comprobar si está equivocada o no en su juicio.
Y aunque cree en el destino, ve difícil que éste pueda unirlos en algún momento y les regale unos instante de café, humo y conversación. Él es demasiado tímido. Ella, demasiado ilusa.

"Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su realidad". Mario Benedetti.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mujer de su casa.

Esta es una frase que viene rondándome la cabeza desde hace un tiempo y que consigue realmente romperme los esquemas. ¿Qué mierda significa ser una “mujer de tu casa”? ¿Alguien lo sabe? 

No sé si en otras ciudades españolas o en otros países cobra algún sentido la frasecita, pero yo la llevo escuchando desde pequeña y todavía no sé que quieren decir con eso. ¿Cómo que tengo que ser una mujer de mi casa? ¿Acaso no lo soy ya, desde que nací y mis padres me trajeron aquí? ¿De qué casa voy a ser sino, de la del  vecino del  5º?
En realidad si sé lo que quieren decir con esa frase, pero se esconde tanto machismo retrógrado detrás, que los muy listos, por no decir otra cosa, lo han querido maquillar con 2 palabras aparentemente inofensivas: mujer y casa. ¡Já! Parece de un capítulo de Barrio Sésamo, por dios.

Detrás de toda esta parafernalia, lo que se esconde es el mayor de los preceptos del machismo más totalitario. Con que tiene cojones. Una mujer tiene que hacer algo para ser de su casa, el hombre por lo contrario, lo es de pleno derecho. La habrá construido él, digo yo, y la mujer es una especie de “inquilina” que tiene que pagar una especie de “alquiler” para ganarse esta especie de, tan prestigioso, título: “La mujer de su casa”, (a lo Al Pacino, y con voz de presentador de televisión), ¡por favor!  Pues por mí, pueden meterse la casa por donde les quepa, que yo paso de alquileres e hipotecas de por vida.

Pero encima, lo peor de todo esto es que, quienes utilizan esa frase, quienes la lanzan a la cara de otras mujeres cual veneno de víbora, son las propias féminas. No me queda la menor duda de que, tras un hombre machista, hay una gran “mujer de su casa” machista, obviamente. Al menos, a los hombres no los podemos tildar de culpables de todo este asunto, quizá solo serían culpables de ser listos, de aprovecharse de esos privilegios que, alguien, de sexo femenino sospecho, les otorgó algún día. ¿quién iba a ser tan tonto de no dejar que les hagan la cama, la comida, les planchen la ropa y un largo etcétera de tareas poco apetecibles de realizar? Al menos el 95% de ellos está claro que no.

Pues miren, señoras de sus casas, la vida está para vivirla y no para limpiarla. Hay que ser limpios y ordenados, claro está, pero hay VIDA después del palo de la fregona o el olor a lejía en las manos. Así que, háganse un favor, a ustedes y a las próximas generaciones, y enseñen a sus hij@s a colaborar por igual, a estudiar por igual y a respetar por igual. Porque la escusa de que el hombre, desde época neandertal, se encargaba de matar al mamut, y la mujer se quedaba en la chocita con las labores propias de su sexo, esa excusa está ya caduca. Porque mamuts ya no quedan, y si quedara alguno por ahí vivo, les digo yo que huiría nada más con ver cómo una mujer es capaz, de hablar por teléfono, pelar patatas y lanzarles a sus hijos una zapatilla, que con efecto boomerang, les da a ambos en la nuca y los pone en pie para que pongan la mesa, que es hora de comer ¡host…!

Matemos al mamut machista que tenemos todos en la cabeza y cambiemos la frasecita “mujer de tu casa” por otra que creo que suena mejor. Seamos todos hombres y mujeres de mundo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Corre

Qué me gusta salir a correr. Sobre todo en esta época del año en la que comienza ya a refrescar un poco por la tarde. Me pongo mi ropa de deporte, me enfundo mis botines, el pelo suelto... (reconozco que me gusta llevarlo suelto hasta que empiezo a acalorarme, soy así de presumida no puedo negarlo). Me pongo los auriculares, música cañera en inglés y…bye bye mundo, ya estoy en otra dimensión.

Empiezo a caminar primero, a calentar la musculatura, que aunque aún no tenga los 25 pero...la edad no perdona amigos. Me cruzo con gente por la calle, y me voy alejando de mi zona. No sé porqué pero me gusta caminar por sitios donde no me suenen las caras, que sean desconocidas para mí. Empiezo a aligerar el paso y llego a un parque lleno de niños, niños con sus padres, con sus abuelos, jugando tranquilos, y pienso: quién volviera otra vez a ser un mico de éstos. Los enanos no tienen preocupaciones, salvo las propias de su corta edad: dame la muñeca que es mía; quiero quedarme un rato más, mamá; quiero jugar con ese perro… Y mientras los voy observando, me doy cuenta de la cara de tonta pastelosa que llevo y rápidamente la cambio. ¿Me ha visto alguien reírme? No, creo que no. Continúo mi camino, y uno de esos enanos se cae de su bicicleta, sus padres vienen caminando desde lejos y yo lo ayudo a ponerse en pie. Ni si quiera llora, solo me mira, serio. Respira y su nariz hace ese ruidito típico que advierte que está cargadita hasta las trancas. El mocoso vuelve a montarse en su bici y yo sigo adelante cruzándome con los padres, que me dan las gracias y que no parecían muy preocupados por la caída. Les digo que no hay de qué y por dentro pienso ¿lleva usted pañuelitos? Su hijo los necesita señora. Pero sonrío y me callo.

Bueno ya es hora de esprintar un poco. Subo el volumen de la música y al son de “Tonight i´m getting over you” de Carly Rae Jepsen empiezo por fin a correr.  Correr me resulta tremendamente gratificante. Me ayuda a liberar tensiones, me relaja. Y me cruzo con más gente haciendo deporte. Me gusta eso. Me gusta que a la gente le guste llevar una vida más sana.
Tras el transcurso de una hora ya voy de camino a casa pensado en la ducha que me voy a dar. Ya ha anochecido y vuelvo con otro ritmo diferente, más relajado, con música soul de los 80´s y contenta por mi fuerza de voluntad, que últimamente me estaba volviendo muy perezosa.


Y bueno gente, ahora ya duchada y cenada, estoy aquí dándole a las teclas un poco, narrándoos mí tarde y esperando haberos animado a moveros un poquito, que el deporte es vida y la vida puede ser maravillosa.
Os dejo una imagen de la que ha sido parte de mi caminata de hoy. Saludos.



miércoles, 25 de septiembre de 2013

Intelecto

El intelecto. Ay dios mío cómo se está perdiendo como valor principal en una persona.  Cada vez tengo más claro que por ahí se me gana a mí. No  voy a ser hipócrita y decir esa frase tan célebre de: “el interior es lo que importa”, porque no quiero pecar de eso pero, cuando vas madurando te das cuenta de que es así. Y ahora saltará el típico resentido diciendo: venga ya hombre, que anda que no os gusta nada un "musculitos". Vamos a ver, seamos claros, el musculitos visualmente está bien, vale, con su cuerpecito más o menos proporcionado (aunque a alguno se le olvide que tiene piernas, donde también hay músculos para trabajar pero bueno, ese es otro tema), pero está bien un ratito hijo, creo que el tiempo justo de presentarse, decir su nombre y poco más. Pero que os quede claro que a las mujeres, y atención que he dicho mujeres ¿ok? porque dentro del sexo femenino hay niñas, niñatas, mujeres... En fin para que sepáis separar, porque en ocasiones, que es en un 80% de los casos, se confundís.
Primero están las niñas, las adolescentes digamos. A éstas hay que darles tiempo a madurar, así que casi son cascarón de huevo y no vamos a tenerlas en cuenta aún. Lo que buscan es al chico guapo de clase, que se parece al líder de la “boy band” de moda que las vuelve locas y no van más allá ni tienen más intenciones que esa, al menos la mayoría de ellas.  
Luego están las “niñatillas”, es un término un  tanto despectivo pero bueno, es el que mejor las define. Estás viven en tal pompa de jabón que cuando se les explota no saben ni por donde les ha venido el golpe. Son las típicas que se encasquetan el vestidito de licra, los taconazos y las extensiones y allá que van, se colocan en una zona bien visible de la disco de turno y a cazar cazurrillos de gimnasio que las paseen en sus Audi´s mega financiados y les regalen fundas horteras para el móvil. Les duran lo que un caramelo en la puerta de un colegio y rápidamente encuentran sustituto porque, la vida está para eso, claro, que no hay que perder el tiempo llorando por un “tío” con to´ los que hay ¿verdad?
Pero luego están las mujeres de verdad,  y aquí quería llegar yo. Las mujeres con todas las letras. Las que más os gustan en realidad y ¿sabéis por qué? Tiene un rasgo bastante distintivo y es que tiene dignidad, dignidad como mujer. Es aquella que no espera a que venga nadie a sacarle las castañas del fuego, la que lucha por su futuro, sola o acompañada, la que no permite que ningún hombre le ponga precio o valor. Ella sabe quién es y qué quiere en la vida. Y antes de que esto se convierta en un discurso feminista, que me veo venir, retomo con lo que empecé, lo del intelecto. Lo que quería decir es que cuando tengáis delante  una mujer de verdad, veréis que a ésta el físico le importa, como a todos, pero como un valor más, no el más importante de todos. La cabeza, o el contenido de ésta, mejor dicho, es lo que marca la diferencia. Tener conversación, tener opinión de las cosas trascendentales de la vida, eso es algo importantisimo porque dice mucho del tipo de hombre que eres. Si eres capaz de relatar en orden casi alfabético todos los nombres de anabolizante que te pinchas ,pero no sabes ni cómo se llama el presidente del gobierno de tu país… mal vamos.

En fin, que no hay que ser doctorado de nada ¿vale? Pero vamos a hablar con propiedad de las cosas, vamos a tener objetivos en la vida, y a ser posible, que vayan  más allá de decidir dónde hacernos el próximo tatuaje.

Sentimientos

Hay que ver lo inexplicables que son los sentimientos. Aparecen, sin permiso ni aviso previo, y se hacen con tus entrañas, clavando su bandera de la victoria, que bandea gloriosa ante tu cara estupefacta. Lo remueven todo a su antojo, con requiebros que dejan al corazón y a la cabeza completamente perdidos, mirándose el uno al y otro y preguntándose...¿qué cojones haces? Sin reconocerse. Provocan conductas a veces injustificables pero, tratándose de sentimientos ¿quién se atreve a pedir justificación? Yo creo que solo los necios, aquellos que no conocen el placer ni la locura de no actuar bajo tu control, sino bajo el dominio absoluto de ellos. Algo mágico, algo imposible de programar. Van más allá de lo físico, es más bien químico diría yo.
Bueno y, ¿qué puedes hacer ante eso? NADA necio ¡¡NADA!! Ni lo intentes. Déjate llevar y podrás comprobar lo que es vivir de verdad. Cesa en tu absurda búsqueda de príncipes y princesas de cuento, de perseguir al marido o esposa diez, atendiendo a criterios superficiales y vacíos.
Si algún día tienes la suerte de SENTIR, sabrás que hay miradas que muerden, palabras que que abrasan y sonrisas que derriten...
Hazte un favor y atrévete, que a veces las locuras que te hacen sentir más absurdo, son las que te hacen   precisamente eso, SENTIR.


domingo, 22 de septiembre de 2013

¡Hola a todos!

Ya he publicado "cositas" en 3 ocasiones pero estoy pensando en que no me he presentado formalmente a vosotros, los que podáis estar siendo mis lectores.
Bueno no me gustan mucho las formalidades así que simplemente diré que espero que os gusten mis relatos, que para mi son algo importante, son mis cavilaciones, el flujo de mis ideas plasmadas aquí en forma de historietas, y espero poder trasmitiros mi filosofía de vida a través de ellas.
Agradeceré que comentéis vuestra opinión si os apetece y estaré encantada de leeros. Un saludo!!

Lo perfecto

Es inútil. Cuando algo no funciona, no funciona y punto. Y no nos damos cuenta de que no podemos tratar de forzar lo imposible. La gente se empeña en visualizar algo que le parece “lo perfecto” y se rompe la frente a cabezazos frente a la misma pared de siempre solo por alcanzarlo. Sin darse cuenta de la factura que puede pasarte la vida si continúas por ese camino.

Todos quieren lo socialmente aceptado y entendido como “lo perfecto”, lo ideal. Un novio cachas, una novia modelo, un grupo grande de amigos o un móvil de última generación. Nadie se para a pensar que quizá, detrás del novio “cachas”, no hay más que un hombre acomplejado, alguien que maquilla y esconde, con músculos, lo que no son más que sus miserias, sus inseguridades, sus celos o sus frustraciones.  Que la novia modelo siempre está de mal humor porque para mantenerse en sus 50 y pocos kilos no puede comer lo que le apetece cuando le apetece. Se pasa horas arreglándose para salir a cenar y luego su novio ni siquiera aprecia el trabajo y esfuerzo que le ha supuesto. Pero, ¿qué más da todo eso si cuando vaya por la calle agarrado de su mano todos me van a envidiar?

Bueno y tenemos un grupo de amigos grande eh!! Pero muy grande. Que nunca te falten planes, que llegue el fin de semana y el móvil explote a llamadas y mensajes proponiéndote cosas. ¡Qué conocidos somos y qué populares! Y cuando tienes un problema ahí no aparece ni tu primo. Puede que algún mensaje aparentemente incondicional, pero que apesta a mentira “bien queda” del tipo: “para lo que necesites…”. Pero no pasa naaada ¿ok?, hazte el tonto y finge que te lo crees todo y así seguirás acompañado de tu gran grupo de amigos.

Y todo radica en lo mismo. Una sociedad adicta a “lo perfecto” y nadie preguntándose quién decide qué es lo perfecto. El físico, completamente parametrizado y estandarizado por la publicidad y el marketing. La tecnología, las modas…todo influido por el marketing. Somos títeres en manos de las grandes multinacionales, consumidores de lo que nos quieran vender siempre que te cuenten que eso es “lo perfecto” para ti ,y claro...así acabamos siendo perfectos sí, pero perfectamente frustrados, dominados e incompletos. Acabamos siendo perfectamente infelices.

Acabamos hipotecados hasta los ojos para pagar el deportivo de turno financiado a 10 años. Acabamos echando de menos a esa persona que te hacía reír, que te escuchaba y te entendía y miraba siempre por ti. Esa persona que nunca te hubiera fallado, pero que fallaba por que le sobraban unos kilitos o porque era demasiado “payaso” para tu familia o tus amigos.


Acabamos siendo perfectos. Unos perfectos subnormales.       

jueves, 19 de septiembre de 2013

Círculos

Círculos. Siempre lo mismo. Un paso adelante…dos atrás…y no avanza. No consigue avanzar en su lucha por…bueno realmente ya no sabe por lo que lucha, sólo sabe que lucha. Probablemente contra sí mismo, contra lo que piensa y le gustaría no pensar, contra lo que siente y le gustaría no sentir, contra lo que desea.  Anda en círculos, perdido, sin saber cuál es su camino. Trata de andar hacia delante pero solo consigue dar pasos de ciego. Solo quiere lo que cree merecer, pero la vida últimamente le está enseñando que no siempre se tiene lo que uno merece.

Pero claro…luego está esto que llaman “destino”, y él cree firmemente en que existe un destino, de hecho, cree saber cuál será el suyo, pero, ¿por qué no llega?, ¿dónde anda entretenido, que no irrumpe victorioso pagando a cada cual con su merecida moneda? Quizá no esté sabiendo leer las señales que éste le manda. O quizá realmente la moneda que el merece es la soledad. La más absoluta de las soledades. Esa en la que estás rodeado de gente pero te sientes totalmente solo. Solo pero jodidamente acompañado y amarrado por un cúmulo de circunstancias que lo están asfixiando. Sólo le apetece escapar. Escapar, correr y gritar. Gritarle a más de uno lo que según él merecen, hacer él mismo de destino, aunque solo sea un destino predicado por su voz cansada.

Pero por otra parte observa. Observa a la gente que le rodea, gente adulta, gente que ya peinan canas y cuyas arrugas evidencian la experiencia que les avala. Esta gente le dice que tenga paciencia, que todo llega a su debido tiempo, que a veces hay que tener fe y sacrificarse. Pero eso le suena a Iglesia, a religión y a poner la otra mejilla, y él no es de esos. Él no piensa poner la otra mejilla, pues no recuerda haber golpeado jamás la de nadie…


Y prefiere quedarse con la opción del destino. Le suena mejor.

Septiembre

Cambio de tiempo. Septiembre. Sentimiento de comienzo pero, ¿comienzo de qué? No lo sabemos. Es quizá una norma no escrita, pero es llegar este mes y la melancolía trae a ti el deber de comenzar. Algo, lo que sea. ¡Vamos joder! Un proyecto nuevo, una nueva ilusión, algo que tire de ti y de la lastra que llevas encima, algo que concentre tus fuerzas en olvidar o en ignorar lo evidente. Algo que consiga engañarte, aunque sea por un instante, y te haga creer que eres feliz, que estás vivo y lleno de posibilidades.

Miras a tu alrededor. Gente. Gente por todos lados. Gente que sonríe, todos sonríen menos tu. Y desde sus dientes, relucientes o no, su sonrisa parece burlarse de ti. Y tú te preguntas: ¿qué les hará sonreír? Probablemente no todos sean felices pero sonríen. Sonríen porque es lo único que les queda, porque la sonrisa es de su propiedad y eso nadie puede arrebatárselo. Porque sonreír es de optimistas, de gente que no se deja vencer, de gente que sabe que su sonrisa, al cruzarse en un plácido paseo de septiembre contigo, puede hacer que tu también sonrías.

Quizá septiembre sea por siempre época de nuevo curso, del siguiente, o  la repetición de lo suspendido en el anterior, y en este curso, estudiantes, hay que sonreír y aprobar las asignaturas pendientes. 

SUERTE.