miércoles, 25 de septiembre de 2013

Intelecto

El intelecto. Ay dios mío cómo se está perdiendo como valor principal en una persona.  Cada vez tengo más claro que por ahí se me gana a mí. No  voy a ser hipócrita y decir esa frase tan célebre de: “el interior es lo que importa”, porque no quiero pecar de eso pero, cuando vas madurando te das cuenta de que es así. Y ahora saltará el típico resentido diciendo: venga ya hombre, que anda que no os gusta nada un "musculitos". Vamos a ver, seamos claros, el musculitos visualmente está bien, vale, con su cuerpecito más o menos proporcionado (aunque a alguno se le olvide que tiene piernas, donde también hay músculos para trabajar pero bueno, ese es otro tema), pero está bien un ratito hijo, creo que el tiempo justo de presentarse, decir su nombre y poco más. Pero que os quede claro que a las mujeres, y atención que he dicho mujeres ¿ok? porque dentro del sexo femenino hay niñas, niñatas, mujeres... En fin para que sepáis separar, porque en ocasiones, que es en un 80% de los casos, se confundís.
Primero están las niñas, las adolescentes digamos. A éstas hay que darles tiempo a madurar, así que casi son cascarón de huevo y no vamos a tenerlas en cuenta aún. Lo que buscan es al chico guapo de clase, que se parece al líder de la “boy band” de moda que las vuelve locas y no van más allá ni tienen más intenciones que esa, al menos la mayoría de ellas.  
Luego están las “niñatillas”, es un término un  tanto despectivo pero bueno, es el que mejor las define. Estás viven en tal pompa de jabón que cuando se les explota no saben ni por donde les ha venido el golpe. Son las típicas que se encasquetan el vestidito de licra, los taconazos y las extensiones y allá que van, se colocan en una zona bien visible de la disco de turno y a cazar cazurrillos de gimnasio que las paseen en sus Audi´s mega financiados y les regalen fundas horteras para el móvil. Les duran lo que un caramelo en la puerta de un colegio y rápidamente encuentran sustituto porque, la vida está para eso, claro, que no hay que perder el tiempo llorando por un “tío” con to´ los que hay ¿verdad?
Pero luego están las mujeres de verdad,  y aquí quería llegar yo. Las mujeres con todas las letras. Las que más os gustan en realidad y ¿sabéis por qué? Tiene un rasgo bastante distintivo y es que tiene dignidad, dignidad como mujer. Es aquella que no espera a que venga nadie a sacarle las castañas del fuego, la que lucha por su futuro, sola o acompañada, la que no permite que ningún hombre le ponga precio o valor. Ella sabe quién es y qué quiere en la vida. Y antes de que esto se convierta en un discurso feminista, que me veo venir, retomo con lo que empecé, lo del intelecto. Lo que quería decir es que cuando tengáis delante  una mujer de verdad, veréis que a ésta el físico le importa, como a todos, pero como un valor más, no el más importante de todos. La cabeza, o el contenido de ésta, mejor dicho, es lo que marca la diferencia. Tener conversación, tener opinión de las cosas trascendentales de la vida, eso es algo importantisimo porque dice mucho del tipo de hombre que eres. Si eres capaz de relatar en orden casi alfabético todos los nombres de anabolizante que te pinchas ,pero no sabes ni cómo se llama el presidente del gobierno de tu país… mal vamos.

En fin, que no hay que ser doctorado de nada ¿vale? Pero vamos a hablar con propiedad de las cosas, vamos a tener objetivos en la vida, y a ser posible, que vayan  más allá de decidir dónde hacernos el próximo tatuaje.

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