Es inútil. Cuando algo no funciona, no funciona y punto. Y
no nos damos cuenta de que no podemos tratar de forzar lo imposible. La gente
se empeña en visualizar algo que le parece “lo perfecto” y se rompe la frente a
cabezazos frente a la misma pared de siempre solo por alcanzarlo. Sin darse
cuenta de la factura que puede pasarte la vida si continúas por ese camino.
Todos quieren lo socialmente aceptado y entendido como “lo
perfecto”, lo ideal. Un novio cachas, una novia modelo, un grupo grande de
amigos o un móvil de última generación. Nadie se para a pensar que quizá,
detrás del novio “cachas”, no hay más que un hombre acomplejado, alguien que
maquilla y esconde, con músculos, lo que no son más que sus miserias, sus
inseguridades, sus celos o sus frustraciones. Que la novia modelo siempre está de mal humor
porque para mantenerse en sus 50 y pocos kilos no puede comer lo que le apetece
cuando le apetece. Se pasa horas arreglándose para salir a cenar y luego su
novio ni siquiera aprecia el trabajo y esfuerzo que le ha supuesto. Pero, ¿qué
más da todo eso si cuando vaya por la calle agarrado de su mano todos me van a
envidiar?
Bueno y tenemos un grupo de amigos grande eh!! Pero muy
grande. Que nunca te falten planes, que llegue el fin de semana y el móvil explote
a llamadas y mensajes proponiéndote cosas. ¡Qué conocidos somos y qué
populares! Y cuando tienes un problema ahí no aparece ni tu primo. Puede que
algún mensaje aparentemente incondicional, pero que apesta a mentira “bien queda”
del tipo: “para lo que necesites…”. Pero no pasa naaada ¿ok?, hazte el tonto y
finge que te lo crees todo y así seguirás acompañado de tu gran grupo de
amigos.
Y todo radica en lo mismo. Una sociedad adicta a “lo
perfecto” y nadie preguntándose quién decide qué es lo perfecto. El físico,
completamente parametrizado y estandarizado por la publicidad y el marketing.
La tecnología, las modas…todo influido por el marketing. Somos títeres en manos
de las grandes multinacionales, consumidores de lo que nos quieran vender
siempre que te cuenten que eso es “lo perfecto” para ti ,y claro...así acabamos
siendo perfectos sí, pero perfectamente frustrados, dominados e incompletos. Acabamos
siendo perfectamente infelices.
Acabamos hipotecados hasta los ojos para pagar el deportivo
de turno financiado a 10 años. Acabamos echando de menos a esa persona que te
hacía reír, que te escuchaba y te entendía y miraba siempre por ti. Esa persona
que nunca te hubiera fallado, pero que fallaba por que le sobraban unos kilitos
o porque era demasiado “payaso” para tu familia o tus amigos.
Acabamos siendo perfectos. Unos
perfectos subnormales.
Bravo, amiga!! Cuánta verdad en tus palabras...
ResponderEliminar¿Para qué tanta perfección? ¿Acaso no son las imperfecciones lo que nos hace humanos?
Nosotras mejor nos conformamos con ser imperfectas, ¡imperfectamente felices!