jueves, 17 de octubre de 2013

Cumpleaños

Se aproxima mi cumpleaños. Mi 25 cumpleaños para ser más exactos. Normalmente, cuando se acerca esta fecha, la de soplar velas, recibir felicitaciones y todo el rollo, me da por echar cuentas, por sacar conclusiones. Te pones a pensar en lo bueno y lo malo del año que dejas atrás: metas superadas, metas no superadas, encasquetadas como balas de un torpe revólver.

Supongo que todos hacen lo mismo, esta especie de “examen de conciencia”, por decirlo de alguna forma, aunque, no creo que esté tan mal elegida esa palabra: Conciencia. Creo que ahí está la clave de una cuestión muy importante porque, ¿no tenéis la sensación de que nos estamos dedicando simplemente a existir? A ocupar nuestro tiempo sin más, sin llegar a tener conciencia de lo que realmente estamos viviendo, sin saborear lo que nos pasa. Vamos como locos por la vida, o mejor dicho, por nuestra insípida existencia, y optamos por esa “forma de vida” en la que prima el bloqueo emocional. Un bloqueo que perfectamente podría llevar por eslogan aquello de: “ni siento ni padezco”. Y así nos quedamos, tan panchos, dejando que se nos escurra entre los dedos la esencia de las cosas, siendo unos cagados emocionales.
Es comprensible que las experiencias vitales puedan dar miedo, y cuando el lomo te duele de tantos palos, optes por ese bloqueo: duermo, como, hablo, bailo pero…no lo saboreo, ni lo vivo. No lo siento.  Pero eso no es vida ¡hombre! La vida tiene que saber, aunque a veces sepa a rayos, aunque otras tantas sea agria pero, otras… otras es la hostia, lo más exquisito que puedas probar, y son estas últimas por las que merece la pena exponerse, desbloquearse y ser persona, y no un títere sin emociones.


Así que, en este cuarto de siglo en el que estoy a punto de entrar, mi principal meta será VIVIR. Vivir sintiendo, vivir disfrutando, sufriendo o sudando mi vida. Pero vivirla tal y como quiera, porque mañana serán 25 pero, para cuando nos hayamos dado cuenta serán…no se…muchos, y quiero tener mucho que contar, pero contarlo con el corazón en la boca y con los ojos vivos.  Quiero contar que no fui un borrego más. Contar que tuve una vida, y que yo sí la llevé a cabo.

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